El cráter del Ngorongoro,
un santuario de fauna salvaje
Todo empezó hace entre dos y tres millones de años con la explosión de un volcán gigantesco, más alto que el Kilimanjaro. Así se formó el cráter del Ngorongoro en Tanzania.
Con un diámetro de 20 kilómetros y 600 metros de profundidad, en su caldera hay bosques, sabanas, lagos y tierras áridas. Un paraíso perdido habitado por unos 25.000 animales de distintas especies, que también fue el hogar de nuestros antecesores homínidos. Cuesta de imaginar, pero así es.
El Área de Conservación del Ngorongoro, «Lugar Frío» en lengua masái, abarca 8.000 kilómetros cuadrados en pleno Valle del Rift, entre el cráter y zonas adyacentes como la Garganta de Olduvai.
Es precisamente en este yacimiento conocido como la «cuna de la humanidad» donde los antropólogos y arqueólogos Louis y Mary Leakey hallaron algunos de los fósiles humanos más antiguos del mundo, pertenecientes a homínidos antecesores del Homo Sapiens con más de 3,7 millones de años de antigüedad. Las excavaciones e investigaciones arqueológicas llevadas a cabo a lo largo de más de ochenta años han proporcionado evidencias del desarrollo del bipedismo humano y de la evolución de las primeras especies homínidas hasta el linaje Homo, así como de la transición del uso de la piedra al hierro.
Actualmente son los Masái, la conocida tribu de guerreros-pastores semi-nómadas, quienes comparten la mayor caldera volcánica del mundo con fauna salvaje y en muchos casos en peligro de extinción como los cinco grandes de África (león, leopardo, elefante, búfalo y rinoceronte), además de hipopótamos, exóticos rinocerontes negros, hienas, chacales, jirafas, ñus, cebras, antílopes, impalas, gacelas Thompson y aves como flamencos y avestruces.
Al disponer de agua y comida todo el año, los animales no necesitan emigrar para sobrevivir, por lo que el cráter del Ngorongoro alberga de forma permanente la mayor concentración de depredadores de toda África convirtiéndolo en todo un santuario de vida salvaje.
Para percibir la inmensidad de esta gran caldera llena de vida lo mejor es subir a lo alto del cráter que nos ofrece unas vistas inolvidables. Pero hay que recorrer los fantásticos parajes del Ngorongoro a bordo de un jeep para sentir esa gran emoción y quedarnos boquiabiertos al contemplar a estos impresionantes animales en sus quehaceres diarios. Algunos de nuestros viajes privados a medida por Tanzania incluyen la gran experiencia de descender al cráter del Ngorongoro para disfrutar de este auténtico espectáculo natural.