Dos maravillas persas
de Irán:
Yazd y Persépolis

Muchos viajeros que eligen Irán como destino suelen repetir. Ya sea por la amabilidad de su gente, por la gran riqueza de sus yacimientos arqueológicos o por sus fascinantes paisajes desérticos, Irán sorprende y cautiva  a quien lo visita.

Adentrarse en el país a la búsqueda de los encantos de la antigua Persia es una experiencia cultural y una aventura que nos permitirá conocer mejor la historia del mundo en el que vivimos y descubrir lugares asombrosos. Son muchos los atractivos del país, pero en este artículo hemos querido seleccionar dos lugares imprescindibles de Irán que seguro que te dejarán boquiabierto.

Yazd

Entre los desiertos de Lut y de Kavir, Yazd es una de las ciudades más singulares de Irán y toda ella en sí es un monumento vivo a la cultura y al pasado.  La silueta de sus coloridas cúpulas, de los esbeltos minaretes de la mezquita Jame (o mezquita de los Viernes), de la imponente puerta del Amir Chajmaq y de las pintorescas torres del viento nos transportará a los tiempos en los que Yazd era la última parada de la Ruta de la Seda. Precisamente son las torres del viento una de las muestras más destacada de la ingeniería ancestral. Estas construcciones que flanquean los depósitos de agua y que también están en la azotea de muchas casas sirven para refrescar el ambiente y el agua que proviene de los canales subterráneos construidos mediante el sistema del qanat, un sistema de irrigación originario de la antigua Persia que fue después extendiéndose por todo el mundo.

Puerta del Amir Chajmaq de la mezquita Jame de Yazd

Puerta del Amir Chajmaq de la mezquita Jame de Yazd

Además, Yazd es una ciudad con un fuerte vínculo religioso. La ciudad sigue siendo un reducto zoroastrista desde los tiempos del imperio sasánida.

Ha persistido en su tradición religiosa pese a que la conquista árabe del siglo VII conllevó la progresiva islamización del territorio. El principal templo de culto de la ciudad para los seguidores de las doctrinas de Zoroastro (o Zaratustra) es el Templo del Fuego (Ateshkadeh), en cuyo interior se conserva encendida una llama que fue encendida el año 470 d. C. y que desde entonces arde ininterrumpidamente.

Ahura Mazda, deidad del Zoroastrismo

Ahura Mazda, deidad del Zoroastrismo

Si queremos ver otra de sus construcciones más emblemáticas debemos salir a las afueras, a las colinas en las que encontraremos las Torres del Silencio, antiguas torres funerarias en las que se dejaban los cadáveres que después los buitres devoraban. De este modo se evita que los restos contaminen otros elementos como la tierra, el fuego o el agua, y los huesos se depositaban en un osario en el centro de la torre.

Interior de una torre del silencio en Yazd

Interior de una torre del silencio en Yazd

Tanto por su belleza patrimonial como por ser un ejemplo de arquitectura adaptada a la vida en el desierto, esta  ciudad histórica está inscrita en el Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Persépolis

Según el historiador griego Diodoro Sículo, Persépolis era una ciudad de una riqueza sin igual en todo el mundo. Situada a 50 km de la bella Shiraz, la que fuera capital del Imperio persa en la época de la dinastía aqueménida fue diseñada por el rey Darío I en el año 518 a. C. y fueron necesarios 150 años para su construcción. Su esplendor duró hasta el año 330 a.C., año en el que Alejandro Magno en un gesto de demostración de poder, que se dice que pudo haber sido inducido tras una noche de excesos etílicos, ordenó la destrucción de esta simbólica ciudad a modo de represalia. Así, la devastación de una de las grandes joyas persas serviría de ejemplo para ilustrar el hundimiento de todo el imperio.

Hoy en día, de aquella ciudad de reyes nos queda un inmenso yacimiento arqueológico de una belleza incomparable, Patrimonio de la Humanidad desde 1979, del que el explorador francés del siglo XVIII Jean Chardin dijo “No tengo nada por jamás visto, ni concebido ni tan grande ni tan magnífico”.

Ruinas del Palacio de Jerjes en Persépolis

Ruinas del Palacio de Jerjes en Persépolis

De las dependencias de este complejo palaciego elevado sobre una terraza nos llamarán la atención especialmente las trece columnas de la sala de audiencias (Apadana), en cuyos capiteles hay esculpidos mitológicos grifos, los frisos y relieves de los muros de las escalinatas y de las paredes del Palacio de Darío o las efigies de dos hombres-toro que flanquean la Puerta de Todas las Naciones, que son solo alguno de los detalles que convierten las ruinas de Persépolis en una maravilla de nuestro mundo.

Puerta de las Naciones de Persépolis

Puerta de las Naciones de Persépolis

También debemos aprovechar la oportunidad para acercarnos a la necrópolis de Naqsh-e Rostam, a 12 km de Persépolis, y contemplar las impresionantes tumbas excavadas en la roca de los riscos.

Precisamente una de las cinco tumbas es la del monarca Darío I, que inspiró la ciudad. A poca distancia también encontraremos una serie de esculturas en roca de gran belleza, los relieves de Naqsh-e Rajab, de los que hay que destacar especialmente las dimensiones del Desfile de Sapor I.

Necrópolis Naqsh-e Rustam

Necrópolis Naqsh-e Rustam

Si te fascina la cultura persa, en Aidu Travel Assessors te proponemos tres rutas por Irán en las que además de Yazd y Persépolis, podrás descubrir los encantos y los lugares más fascinantes de este país.

2020-10-13T13:36:50+02:00Magazine, Próximo Oriente|
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